Las complicaciones de las fracturas óseas más importantes son las siguientes:
Fractura abierta
Una fractura se considera abierta cuando el foco de fractura comunica con el exterior a través de una herida. Pueden clasificarse en:
- Grado I: los propios fragmentos fracturarios cortantes ocasionan la herida, por lo que se abre de dentro a fuera y la herida es menor de un centímetro.
- Grado II: hay un grado moderado de contaminación y destrucción de partes blandas pero sin llegar a ser un grado III.
- Grado III: la herida tiene más de 10 centímetros y ocurre de fuera a dentro. Importante destrucción y contaminación.
En las fracturas abiertas hay dos problemas: el foco de fractura está contaminado y se ha perdido parte de la cubierta muscular y perióstica en el foco, lo cual reduce la capacidad de defensa frente a la infección y el potencial de consolidación.
Las principales complicaciones que pueden presentar las fracturas abiertas son la infección y alteraciones en el proceso de consolidación.
Los objetivos del tratamiento de las fracturas abiertas son conseguir la curación de las partes blandas en ausencia de infección y que la fractura consolide en un periodo de tiempo aceptable.
Su tratamiento consiste en un desbridamiento quirúrgico del tejido necrótico, administración de antibióticos endovenosos, profilaxis antitetánica y estabilización de la fractura.
Si una vez curadas las partes blandas, la fractura no consolida, puede ser necesario injerto óseo. Algunas fracturas abiertas con una elevada contaminación y lesión vasculonerviosa no reconstruible, son tributarias a amputación precoz.
Síndrome compartimental
Es un cuadro clínico que se establece cuando la presión tisular en el interior de un compartimiento osteofascial aumenta hasta ocluir la circulación capilar. El aumento de la presión puede deberse a circunstancias que aumenten el contenido del compartimiento como por ejemplo edema, quemadura, reperfusión postisquemia, hematoma, infusión intracompartimental accidental de líquido o a circunstancias que reduzcan la distensibilidad del mismo (yeso o vendaje muy apretado, sutura de fascias a tensión, etc)
La isquemia debida al aumento de presión desencadena fenómenos de necrosis muscular y nerviosa.
El síntoma inicial es un dolor desproporcionado que aumenta con el estiramiento pasivo de los músculos del compartimiento. Posteriormente aparecen alteraciones sensitivas y el pulso distal suele estar conservado.
Ante un caso de síndrome compartimental será necesario retirar el vendaje o el yeso y mantener la extremidad elevada para evitar aumentar el edema. Si no hay mejora, será necesaria la apertura quirúrgica del compartimiento afectado mediante fasciotomía.
Si no se resuelve a tiempo, pueden presentarse necrosis con sobreinfección e insuficiencia renal aguda por mioglobinuria, retracciones musculares y alteraciones tróficas.
Necrosis isquémica
A veces una fractura lleva a la interrupción de la vascularización de alguno de los fragmentos fracturarios y como consecuencia, provoca la necrosis de esa parte. Cursa con dolor y el tratamiento varía en función de la localización y extensión. Puede ser necesaria la extirpación del fragmento, un injerto, prótesis o ortesis de descarga.
Síndrome de dolor regional complejo
Se caracteriza por hiperactividad del sistema nervioso simpático en respuesta a una lesión tisular. Clínicamente se caracteriza por dolor, alteraciones sensitivas, disregulación autonómica y cambios tróficos.
La distrofia simpática refleja puede ser el resultado de lesiones traumáticas o de varias enfermedades como infarto de miocardio, lesiones neurológicas, infecciones, vasculopatías y uso de fármacos como barbitúricos, ciclosporina A y tuberculostáticos. Cuando se trata de lesiones traumáticas suelen ser lesiones aparentemente banales en regiones con abundantes terminaciones nerviosas o de inyecciones en nervios periféricos.
Síndrome de embolia grasa
Se asocia a fracturas cerradas de huesos largos de miembros inferiores y a fracturas inestables de pelvis. El riesgo es mayor en pacientes con múltiples fracturas diafisarias, especialmente de extremidades inferiores.
Se caracteriza por la aparición de forma brusca de insuficiencia respiratoria, sintomatología neurológica cambiante (sobre todo alteración del nivel de conciencia) y petequias en tórax, axilas, raíz del cuello y conjuntiva. En la analítica destaca la hipoxemia, habitualmente acompañada de anemia y trombocitopenia. La radiografía de tórax muestra una imagen en tormenta de nieve progresiva.
El tratamiento consiste en oxigenoterapia, corticoides en dosis altas y estabilización precoz de las fracturas asociadas.
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