El empiema subdural es una complicación seria y potencialmente mortal en la que se acumula pus entre la duramadre y la aracnoides, dos de las membranas que recubren el cerebro. Este tipo de infección puede ocurrir como resultado de una infección bacteriana o fúngica que se propaga desde una infección en otra parte del cuerpo, como los senos paranasales o el oído medio, o como consecuencia de un traumatismo craneal.
Causas de empiema subdural
El empiema subdural, una acumulación de pus entre la duramadre y la aracnoides en el cerebro, puede tener diversas causas. Estas incluyen:
- Infecciones craneales: Las infecciones en el cráneo, como la sinusitis, la mastoiditis (infección del hueso mastoideo en el oído), la otitis media (infección del oído medio) o las infecciones dentales, pueden propagarse al espacio subdural y provocar un empiema.
- Traumatismo craneal: Lesiones en la cabeza, como fracturas de cráneo o hematomas, pueden abrir una vía de entrada para las bacterias u otros microorganismos, permitiendo que se forme un empiema subdural.
- Cirugía craneal o procedimientos invasivos: Los procedimientos quirúrgicos en el cráneo, como la craneotomía o la colocación de dispositivos intracraneales, pueden aumentar el riesgo de infección y empiema subdural.
- Infecciones sistémicas: En algunos casos, las infecciones bacterianas o fúngicas en otras partes del cuerpo pueden diseminarse a través del torrente sanguíneo y alcanzar el cerebro, causando un empiema subdural.
- Inmunodeficiencia: Las personas con sistemas inmunológicos comprometidos, como aquellas con VIH/SIDA, cáncer, diabetes no controlada o que están recibiendo terapias inmunosupresoras, pueden tener un mayor riesgo de desarrollar infecciones graves, incluido el empiema subdural.
- Malformaciones congénitas: Algunas malformaciones congénitas, como los fístulas durales, pueden predisponer a las personas a desarrollar empiema subdural.
Signos y síntomas
Los síntomas del empiema subdural pueden variar en gravedad y pueden desarrollarse lentamente o aparecer repentinamente. Algunos de los síntomas comunes incluyen:
- Dolor de cabeza severo: Es uno de los síntomas más frecuentes y puede ser intenso y persistente.
- Fiebre: A menudo acompañada de escalofríos y sudoración.
- Confusión o alteraciones en el estado mental: Puede variar desde desorientación leve hasta confusión grave o pérdida del conocimiento.
- Somnolencia o letargo: La persona puede estar más somnolienta de lo habitual o tener dificultad para despertarse.
- Rigidez en el cuello: Especialmente cuando la infección se ha extendido y afecta las meninges (meningitis).
- Náuseas y vómitos: Pueden ocurrir debido a la presión ejercida sobre el cerebro.
- Convulsiones: Pueden ser un síntoma de irritación cerebral debido a la presencia de pus en el espacio subdural.
- Dificultades cognitivas: Pueden incluir problemas de memoria, dificultad para concentrarse o cambios en el comportamiento.
Es importante tener en cuenta que los síntomas del empiema subdural pueden ser similares a los de otras afecciones neurológicas graves, como la meningitis, el absceso cerebral o la hemorragia intracraneal.
Diagnóstico
El diagnóstico del empiema subdural generalmente implica una combinación de evaluación clínica, pruebas de imagen y, en algunos casos, análisis de líquido cefalorraquídeo (LCR).
- Historia clínica y examen físico: El médico comenzará recopilando información detallada sobre los síntomas del paciente, incluidos el inicio y la progresión de los síntomas, antecedentes médicos relevantes y posibles factores de riesgo. Luego, realizará un examen físico completo, prestando especial atención a los signos neurológicos y síntomas como rigidez en el cuello, alteraciones del estado mental, focalidad neurológica y otros signos de aumento de la presión intracraneal.
- Pruebas de imagen: Las pruebas de imagen son fundamentales para confirmar el diagnóstico de empiema subdural. La tomografía computarizada (TC) y la resonancia magnética (RM) son las pruebas de imagen más utilizadas. Estas pruebas pueden mostrar la presencia de colecciones de pus entre la duramadre y la aracnoides, así como evidencia de inflamación y posibles complicaciones como abscesos cerebrales o edema cerebral. La resonancia magnética es especialmente útil para diferenciar el empiema subdural de otras afecciones, como tumores cerebrales o hematomas.
- Análisis de líquido cefalorraquídeo (LCR): En algunos casos, puede ser necesario realizar una punción lumbar para obtener una muestra de LCR y analizarla en busca de signos de infección, como recuento elevado de glóbulos blancos, concentraciones aumentadas de proteínas y presencia de bacterias o hongos. Sin embargo, la punción lumbar puede estar contraindicada en ciertos casos, como cuando hay signos de aumento de la presión intracraneal.
- Pruebas de laboratorio: Se pueden realizar análisis de sangre para evaluar los niveles de glóbulos blancos, marcadores de inflamación y función hepática, entre otros parámetros. Estos análisis pueden proporcionar información adicional sobre la presencia de infección y la gravedad de la respuesta inflamatoria del cuerpo.
- Cultivo de muestras: Si se obtiene líquido cefalorraquídeo mediante punción lumbar o durante una cirugía, este puede enviarse al laboratorio para cultivo y sensibilidad para identificar el microorganismo causante de la infección y determinar qué antibióticos o antifúngicos son más efectivos para tratar la infección.
Tratamiento del empiema subdural
El tratamiento del empiema subdural generalmente implica una combinación de terapia médica y, en algunos casos, intervenciones quirúrgicas.
- Terapia antimicrobiana: El tratamiento inicial generalmente implica el uso de antibióticos o antifúngicos para tratar la infección subyacente. La elección del medicamento dependerá de la gravedad de la infección, los organismos causantes identificados (si es posible) y la susceptibilidad a los medicamentos. En casos graves o complicados, los medicamentos antimicrobianos pueden administrarse por vía intravenosa en el hospital durante un período prolongado.
- Drenaje quirúrgico: En muchos casos, se requiere drenaje quirúrgico para eliminar el pus acumulado y aliviar la presión sobre el cerebro. Este drenaje puede realizarse mediante una craneotomía, en la que se realiza una incisión en el cráneo para acceder al empiema subdural y drenar el pus. En algunos casos, se pueden utilizar técnicas mínimamente invasivas, como el drenaje estereotáctico o el drenaje por aguja guiada por imágenes.
- Cirugía para tratar la causa subyacente: Si el empiema subdural es causado por una infección en otra parte del cuerpo, como los senos paranasales o el oído medio, puede ser necesario tratar la causa subyacente mediante cirugía para prevenir la recurrencia de la infección.
- Control de la presión intracraneal: En algunos casos, especialmente cuando hay signos de aumento de la presión intracraneal, puede ser necesario administrar medicamentos para reducir la presión dentro del cráneo y prevenir complicaciones neurológicas graves.
- Seguimiento y monitoreo: Después del tratamiento inicial, se requerirá un seguimiento cercano para evaluar la respuesta al tratamiento, monitorear la función neurológica y detectar cualquier complicación o recurrencia de la infección.
El tratamiento del empiema subdural puede ser complejo y variará según la gravedad de la infección, la causa subyacente y la respuesta al tratamiento.
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