Hematoma epidural: causas, síntomas y tratamiento

Un hematoma epidural es una acumulación de sangre entre la duramadre (la capa más externa de las meninges) y el cráneo, en el espacio epidural. Este tipo de hematoma generalmente ocurre como resultado de un traumatismo craneal grave, como un golpe en la cabeza o un accidente automovilístico, en el que se produce una lesión en una arteria meníngea, una arteria del seno venoso o una vena diploica. La rotura de uno de estos vasos sanguíneos puede causar sangrado que se acumula rápidamente y ejerce presión sobre el cerebro.

Causas de hematoma epidural

Las causas más comunes de un hematoma epidural son los traumatismos craneales graves, que pueden desencadenar la ruptura de un vaso sanguíneo que atraviesa el espacio epidural. Algunas de las situaciones que pueden provocar un hematoma epidural incluyen:

  • Accidentes de tráfico: Los accidentes automovilísticos, especialmente aquellos en los que la cabeza del individuo sufre un impacto repentino y fuerte, pueden causar lesiones en los vasos sanguíneos que conducen a un hematoma epidural.
  • Caídas desde altura: Caídas desde una altura significativa, como una escalera, un andamio o una altura elevada, pueden causar lesiones craneales graves que resultan en un hematoma epidural.
  • Lesiones deportivas: Deportes de contacto o actividades recreativas que involucran riesgo de lesiones en la cabeza, como el fútbol americano, el boxeo o el esquí, pueden provocar traumatismos craneales que conduzcan a la formación de un hematoma epidural.
  • Accidentes domésticos: Lesiones en la cabeza causadas por accidentes domésticos, como golpes con objetos contundentes o caídas en el hogar, también pueden desencadenar la formación de un hematoma epidural.
  • Violencia: Golpes en la cabeza como resultado de la violencia física, como golpes, puñetazos o impactos con objetos contundentes, pueden causar un hematoma epidural.

En raras ocasiones, ciertas condiciones médicas, como anomalías vasculares, trastornos de la coagulación sanguínea o tumores, también pueden predisponer a una persona a desarrollar un hematoma epidural de forma espontánea, sin la presencia de un traumatismo previo. Sin embargo, los casos de hematoma epidural sin traumatismo son poco comunes en comparación con los casos traumáticos.

Signos y síntomas

Los síntomas de un hematoma epidural pueden variar dependiendo de la gravedad del hematoma y la rapidez con la que se desarrolla. Algunos de los síntomas más comunes incluyen:

  • Dolor de cabeza severo: El dolor de cabeza puede ser intenso y persistente, especialmente en el sitio del impacto o lesión.
  • Confusión o alteración del nivel de conciencia: Puede haber confusión, desorientación, somnolencia o pérdida de conciencia, especialmente si el hematoma ejerce presión sobre el cerebro.
  • Náuseas y vómitos: Estos síntomas pueden ocurrir debido a la irritación del cerebro o el aumento de la presión intracraneal.
  • Dificultad para hablar o entender: Puede haber dificultad para hablar claramente o entender lo que otros están diciendo.
  • Debilidad o parálisis en un lado del cuerpo: Si el hematoma ejerce presión sobre áreas del cerebro que controlan la función motora, puede haber debilidad o parálisis en un lado del cuerpo.
  • Pupilas desiguales: Las pupilas pueden diferir en tamaño (anisocoria) si el hematoma afecta los nervios craneales que controlan la función pupilar.
  • Convulsiones: Las convulsiones pueden ocurrir si el hematoma irrita el tejido cerebral.
  • Problemas visuales: Pueden presentarse cambios en la visión, como visión borrosa, pérdida de visión periférica o visión doble.

Diagnóstico

El diagnóstico de un hematoma epidural generalmente se realiza mediante una combinación de evaluación clínica, pruebas de imagen y evaluación neurológica.

  • Historia clínica y examen físico: El médico comenzará por recopilar información detallada sobre el historial médico del paciente, incluyendo cualquier historial de traumatismos craneales recientes o síntomas neurológicos. Luego, realizará un examen físico completo, prestando especial atención a los signos de lesión craneal y alteraciones neurológicas.
  • Pruebas de imagen: Las pruebas de imagen son fundamentales para confirmar el diagnóstico de un hematoma epidural y evaluar su tamaño y ubicación. Las pruebas más comúnmente utilizadas incluyen la tomografía computarizada (TC) y, en algunos casos, la resonancia magnética (RM) de la cabeza. Estas pruebas pueden mostrar la presencia de sangre acumulada entre la duramadre y el cráneo, así como cualquier efecto secundario en el cerebro debido a la presión del hematoma.
  • Evaluación neurológica: Se realizará una evaluación neurológica completa para evaluar cualquier alteración en la función cerebral o nerviosa. Esto puede incluir pruebas de coordinación, fuerza muscular, sensibilidad, reflejos y función cognitiva.
  • Monitorización continua: En casos graves, especialmente aquellos en los que hay signos de aumento de la presión intracraneal, el paciente puede requerir monitorización continua en una unidad de cuidados intensivos para observar de cerca su estado neurológico y vital.

Tratamiento del hematoma epidural

El tratamiento de un hematoma epidural generalmente implica la evacuación quirúrgica inmediata del hematoma para aliviar la presión sobre el cerebro y prevenir daños neurológicos graves.

  • Evaluación y estabilización inicial: Tan pronto como se sospeche la presencia de un hematoma epidural, se debe buscar atención médica de emergencia. En el hospital, se realizará una evaluación inicial para estabilizar al paciente y asegurarse de que esté en condiciones óptimas para la cirugía, lo que puede incluir la administración de oxígeno, la colocación de una vía intravenosa para la administración de líquidos y medicamentos, y la monitorización continua de signos vitales.
  • Imágenes diagnósticas: Se realizarán pruebas de imagen, como una tomografía computarizada (TC) o una resonancia magnética (RM) de la cabeza, para confirmar el diagnóstico de hematoma epidural, evaluar su tamaño y ubicación, y guiar el tratamiento.
  • Evacuación quirúrgica del hematoma: La cirugía de evacuación del hematoma epidural se lleva a cabo de manera urgente para eliminar la acumulación de sangre y aliviar la presión sobre el cerebro. Este procedimiento se realiza a través de una craneotomía, en la que se realiza una incisión en el cráneo para acceder al hematoma y drenar la sangre acumulada. Durante la cirugía, se pueden tomar medidas para detener el sangrado y reparar cualquier daño en los vasos sanguíneos lesionados.
  • Cuidados postoperatorios: Después de la cirugía, el paciente será monitoreado de cerca en una unidad de cuidados intensivos para observar cualquier signo de complicaciones y asegurarse de que se recupere adecuadamente. Pueden administrarse medicamentos para controlar el dolor, prevenir infecciones y reducir la inflamación.
  • Rehabilitación: Dependiendo de la gravedad de la lesión cerebral y de los efectos neurológicos del hematoma, es posible que el paciente necesite rehabilitación para recuperar la función física y cognitiva. Esto puede incluir terapia física, terapia ocupacional y terapia del habla.

El pronóstico de un paciente con hematoma epidural depende en gran medida de la rapidez con la que se diagnostica y se trata la afección. La evacuación temprana del hematoma generalmente tiene un buen pronóstico, pero si no se trata rápidamente, puede llevar a un aumento de la presión intracraneal, daño cerebral irreversible e incluso la muerte.

Complicaciones del hematoma epidural

Las complicaciones asociadas con un hematoma epidural pueden variar dependiendo de la gravedad del hematoma, la rapidez con la que se diagnostica y se trata, y la presencia de lesiones adicionales en el cerebro. Algunas posibles complicaciones incluyen:

  • Daño cerebral: La presión ejercida por el hematoma sobre el tejido cerebral puede provocar daño cerebral irreversible si no se trata rápidamente. Esto puede resultar en problemas neurológicos permanentes, discapacidad o incluso la muerte.
  • Aumento de la presión intracraneal: El hematoma epidural puede aumentar la presión dentro del cráneo, lo que puede causar síntomas como dolor de cabeza severo, confusión, náuseas, vómitos y cambios en el nivel de conciencia. Si la presión intracraneal aumenta demasiado, puede provocar herniación cerebral, una condición potencialmente mortal en la que el tejido cerebral se desplaza fuera de su posición normal a través del cráneo.
  • Complicaciones quirúrgicas: La cirugía para evacuar un hematoma epidural conlleva ciertos riesgos, como sangrado, infección, daño cerebral adicional y complicaciones relacionadas con la anestesia.
  • Defectos neurológicos permanentes: En algunos casos, especialmente aquellos en los que hay un retraso en el diagnóstico y el tratamiento, el paciente puede experimentar defectos neurológicos permanentes, como parálisis, problemas de habla, dificultades cognitivas o cambios en la personalidad.
  • Convulsiones: El hematoma epidural puede irritar el tejido cerebral y desencadenar convulsiones en algunas personas.
  • Recurrencia del hematoma: En raras ocasiones, puede producirse una recurrencia del hematoma epidural después de la evacuación quirúrgica, especialmente si no se trata la causa subyacente, como una anomalía vascular.

Es importante tener en cuenta que estas complicaciones son poco comunes, especialmente si se diagnostica y se trata el hematoma epidural de manera oportuna.

Contenido relacionado

¿Te ha gustado? ¡Compártelo!

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Autora


¡Hola! Mi nombre es Mavi, y soy la creadora y fundadora de esta plataforma dedicada a proporcionar apuntes de enfermería de alta calidad. Soy enfermera de profesión, con una pasión por la educación y el compartir conocimientos para el beneficio de la comunidad de enfermería. Cuento con una sólida formación académica en enfermería, habiendo obtenido mi título de enfermería en 2015. Tengo un máster en atención primaria, otro de oncología y un posgrado de neurología. A lo largo de mi carrera, he trabajado en diversas áreas de la enfermería, incluyendo oncología, unidad de ictus, hospitalización y sociosanitario. Mi experiencia práctica ha sido fundamental para comprender las necesidades de los estudiantes y profesionales de enfermería en su búsqueda de recursos educativos.