Vascularización renal

La vascularización renal se refiere al suministro de sangre a los riñones, un proceso vital para su función en la filtración de desechos y la regulación del equilibrio de líquidos y electrolitos en el cuerpo. El sistema vascular renal consta de arterias, arteriolas, capilares y venas que transportan sangre hacia y desde los riñones.

Las principales arterias renales son las arterias renales, que se ramifican de la aorta abdominal. Cada riñón generalmente recibe su suministro de sangre de una arteria renal, aunque pueden haber variaciones anatómicas en la vascularización renal. Las arterias renales penetran en el riñón a través del hilio renal, la entrada en forma de hendidura en la parte medial de cada riñón.

Una vez dentro del riñón, las arterias renales se dividen en arterias interlobulares, que corren a lo largo de los márgenes de las pirámides renales. Estas arterias dan lugar a arteriolas aferentes, que llevan la sangre hacia los glomérulos, los diminutos capilares donde tiene lugar la filtración inicial de la sangre. Los glomérulos están ubicados en las estructuras conocidas como corpúsculos renales o corpúsculos de Malpighi.

Después de la filtración en los glomérulos, la sangre fluye a través de arteriolas eferentes hacia una red de capilares peritubulares que rodean los túbulos renales, donde ocurre la reabsorción y secreción de sustancias. Estos capilares peritubulares finalmente se unen para formar vénulas, que luego se convierten en venas más grandes que finalmente llevan la sangre del riñón hacia la vena cava inferior, que es la principal vena que lleva la sangre desoxigenada de la parte inferior del cuerpo hacia el corazón.

La compleja red de arterias, arteriolas, capilares y venas en los riñones asegura un flujo sanguíneo adecuado para la función renal, que incluye la filtración de desechos metabólicos y la regulación del equilibrio de líquidos y electrolitos en el cuerpo. Cualquier alteración en la vascularización renal puede afectar la función renal y conducir a problemas de salud graves.

Arterias renales:

Las arterias renales son las encargadas de llevar la sangre hacia los riñones desde la aorta abdominal. Por lo general, cada riñón recibe su suministro de sangre de una arteria renal, aunque en ocasiones puede haber variaciones anatómicas, como arterias adicionales o la presencia de arterias accesorias. Estas arterias se ramifican de la aorta abdominal a nivel de las vértebras lumbares.

Arterias segmentarias:

Las arterias renales se dividen en arterias segmentarias al ingresar al hilio renal, la hendidura en la parte medial de cada riñón. Estas arterias segmentarias se distribuyen hacia los diferentes segmentos renales.

Arterias interlobulares:

Las arterias segmentarias se subdividen en arterias interlobulares, las cuales discurren a lo largo de los bordes de las pirámides renales entre las columnas de Bertin.

Arteriolas aferentes:

Las arterias interlobulares dan origen a arteriolas aferentes, que son vasos sanguíneos de pequeño diámetro que ingresan en los corpúsculos renales o glomérulos. Cada arteriola aferente suministra sangre a un glomérulo, donde ocurre la filtración de la sangre.

Glomérulos:

Los glomérulos son redes de capilares situados en los corpúsculos renales. Aquí, tiene lugar la filtración de la sangre para formar el filtrado glomerular, el cual contiene agua, electrolitos y productos de desecho como la urea y la creatinina.

Arteriolas eferentes:

Después de la filtración en los glomérulos, la sangre sale a través de arteriolas eferentes, las cuales emergen de los glomérulos y llevan la sangre hacia la circulación peritubular.

Circulación peritubular:

Las arteriolas eferentes dan lugar a la circulación peritubular, una red de capilares que rodea los túbulos renales. Estos capilares son importantes para la reabsorción y la secreción de sustancias en el proceso de formación de la orina.

Vénulas interlobulares:

Los capilares peritubulares se unen para formar vénulas interlobulares, que drenan la sangre de los túbulos renales.

Venas renales:

Las vénulas interlobulares se unen para formar venas renales, que transportan la sangre desde los riñones de regreso hacia la circulación sistémica. Las venas renales convergen en la vena cava inferior, que es la principal vena que devuelve la sangre desoxigenada al corazón.

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