La valoración de enfermería en pacientes con bulimia nerviosa es crucial para comprender la situación médica, emocional y nutricional del paciente y proporcionar un plan de atención integral. Algunos aspectos importantes a considerar durante la valoración:
Historia clínica:
Obtener una historia médica detallada, incluyendo antecedentes personales y familiares de trastornos alimentarios, historia de salud mental, historia de abuso físico o emocional, medicamentos actuales y tratamientos previos.
Evaluación de los síntomas:
Evaluar los síntomas característicos de la bulimia nerviosa, como episodios recurrentes de atracones de comida seguidos de comportamientos compensatorios inapropiados (vómitos autoinducidos, uso excesivo de laxantes o diuréticos, ayuno o ejercicio excesivo).
Evaluación del estado nutricional:
Realizar una evaluación del estado nutricional para determinar el riesgo de desnutrición o desequilibrios electrolíticos. Esto puede incluir medición del peso, la talla, el índice de masa corporal (IMC), análisis de sangre para evaluar los niveles de electrolitos y otros marcadores nutricionales, y una evaluación de la ingesta dietética habitual.
Evaluación psicosocial:
Evaluar el estado emocional y psicosocial del paciente, incluyendo niveles de estrés, autoestima, ansiedad, depresión, ideación suicida y comportamientos de autolesión. También es importante evaluar la percepción del paciente sobre su imagen corporal y su relación con la comida.
Examen físico:
Realizar un examen físico completo para detectar signos de desnutrición, como pérdida de peso, debilidad muscular, cabello fino y quebradizo, uñas frágiles, piel seca o palidez. También es importante evaluar signos de daño dental debido al vómito autoinducido, como erosión del esmalte dental o caries.
Evaluación de la función gastrointestinal:
Evaluar la función gastrointestinal para detectar posibles complicaciones relacionadas con los episodios de vómitos repetidos, como inflamación del esófago (esofagitis), erosión del esmalte dental, úlceras bucales, síntomas gastrointestinales como acidez estomacal o dolor abdominal, y alteraciones en los hábitos intestinales.
Evaluación del apoyo social:
Evaluar el sistema de apoyo social del paciente, incluyendo relaciones familiares, relaciones de pareja, amistades y redes de apoyo comunitario. También es importante identificar factores de estrés en el entorno del paciente que puedan contribuir a la enfermedad.
Evaluación de la motivación para el cambio:
Evaluar la disposición del paciente para participar en el tratamiento y su motivación para realizar cambios en su comportamiento alimentario y estilo de vida. Esto puede incluir la identificación de metas y objetivos de tratamiento específicos y el establecimiento de un plan de acción para alcanzarlos.