Definición NANDA 00231 Riesgo de síndrome de fragilidad del anciano: Susceptible de padecer un estado dinámico de equilibrio inestable que afecta al anciano que experimenta deterioro en uno o más dominios de la salud (física, funcional, psicológica o social) que produce un aumento de la susceptibilidad a efectos adversos en la salud, en particular a la discapacidad.
El diagnóstico de enfermería NANDA 00231 “Riesgo de síndrome de fragilidad del anciano” se refiere a la probabilidad aumentada de que un anciano desarrolle el síndrome de fragilidad, un estado de vulnerabilidad aumentada que los hace más susceptibles a desarrollar dependencia funcional, discapacidad, caídas, hospitalizaciones y otros eventos adversos. Este diagnóstico se basa en la evaluación de varios factores de riesgo que indican una mayor vulnerabilidad del anciano a desarrollar el síndrome de fragilidad.
Algunos factores de riesgo comunes para el síndrome de fragilidad del anciano incluyen:
- Edad avanzada: El riesgo de fragilidad aumenta con la edad, especialmente a partir de los 65 años.
- Historia de enfermedades crónicas: El anciano que padece de enfermedades crónicas como diabetes, hipertensión, enfermedades cardiovasculares, enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC) o artritis tiene un mayor riesgo de fragilidad.
- Inmovilidad: La falta de actividad física y el estilo de vida sedentario aumentan el riesgo de fragilidad.
- Desnutrición: La desnutrición o una ingesta dietética inadecuada pueden contribuir al desarrollo de fragilidad en los ancianos.
- Polifarmacia: El uso de múltiples medicamentos, especialmente aquellos con efectos secundarios adversos o interacciones medicamentosas, puede aumentar el riesgo de fragilidad.
- Historia de caídas previas: Los ancianos que han experimentado caídas previas tienen un mayor riesgo de fragilidad y de sufrir caídas recurrentes.
Los profesionales de enfermería pueden trabajar con el anciano y otros miembros del equipo de atención médica para identificar los factores de riesgo y desarrollar intervenciones para prevenir o mitigar el riesgo de desarrollar el síndrome de fragilidad. Esto puede incluir la implementación de programas de ejercicio físico adaptados a las necesidades del anciano, la optimización de la nutrición, la revisión y simplificación de la medicación, la evaluación y manejo de enfermedades crónicas, y la educación sobre la importancia de mantener la funcionalidad y la calidad de vida en la vejez. El objetivo es reducir el riesgo de fragilidad y promover la salud y el bienestar del anciano.
Factores de riesgo
– Agotamiento
– Aislamiento social
– Ansiedad
– Apoyo social insuficiente
– Conocimiento insuficiente de los factores modificables
– Debilidad muscular
– Deterioro de la movilidad
– Deterioro del equilibrio
– Disminución de la energía
– Disminución de la fuerza muscular
– Estilo de vida sedentario
– Inmovilidad
– La actividad física diaria media es inferior a la recomendada según el sexo y la edad
– Malnutrición
– Obesidad
– Temor a las caídas
– Tristeza
Población de riesgo
– Antecedentes de caídas
– Edad > 70 años
– En desventaja económica
– Etnia diferente a la caucásica
– Género femenino
– Habitáculo reducido
– Hospitalización prolongada
– Nivel educativo bajo
– Vivir solo
– Vulnerabilidad social
Problemas asociados
– Alteración de los procesos de coagulación
– Alteración del funcionamiento cognitivo
– Anorexia
– Caminar 4 metros requiere más de 5 segundos
– Déficit sensorial
– Disfunción de la regulación endocrina
– Disminución de la concentración en sangre de la 25-hidroxivitamina D
– Enfermedad crónica
– Obesidad sarcopénica
– Pérdida inintencionada de > 4,5 kg en un año
– Pérdida inintencionada del 25 % del peso corporal en un año
– Supresión de la respuesta inflamatoria
– Trastorno psiquiátrico
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